Anoche tuve un susto, que viene a ratificar mi animadversión al otoño. Y no olvido, porque no lo consigo, lo que sucedió el 28 de octubre de año pasado, suceso que puso a Jorge en una situación muy comprometida.
Anoche, sobre las 2 de la madrugada vinieron de visita todos los fantasmas.
Jorge, que todavía duerme en su cuna a mi lado, tenía la mano izquierda muy extendida y rígida, que con la lucecita del pulsímetro, se vuelve más llamativa. Intenté flexionarsela y meterla debajo de su colcha, entre otras cosas porque anoche iba de manga corta. No puede. Me alarme y encendí la luz y encontré a Jorge, que casi siempre tiene la cabeza vuelta a la izquierda, con la cara vuelta a la derecha, los ojos muy vidriosos, un poco entornados y la mirada muy perdida.
Intentaba llamar su atención pero no respondía. Lo cogí en brazos, lo puse encima de la cama, lo volví a coger en brazos. NO convulsionaba, tan sólo tenia movientos como si tuviera escalofríos y estaba muy rígido. pero no respondía. La saturación, que anoche estaba estupenda milagrosamente, no se alteró. De hecho sólo bajó a 95: Y las pulsaciones tampoco se vieron alteradas, ni por exceso ni por defecto. Todo era muy desconcertante.
Lo cogí a él en brazos y a su pulsi y nos fuimos a su habitación. Seguía ido. Fui a buscar el teléfono para llamar al hospital, ya que su pediatra de la UHDP estaba de guardia. Y antes de poder efectuar la llamada, se puso muy muy rojo y vómito, varías bocanadas y al final tiró una buena cantidad de mocos por la nariz.
Después de vomitar se lo recuperé. Volvió la cabeza a la izquierda, me miró y me sonrió. Suspiré aliviada. Empezó a ponerse muy pálido, sobre todo los labios, y la rigidez anterior desapareció dando paso a todo lo contrario.
Lo limpié y lo cambié, y llamé al hospital. Después de hablar un buen rato con la pediatra decidí no subir al hospital si no repetía, ya que allí sólo lo mediarían si esto sucedía y Jorge estaba muy dormido. Y decidí observarlo en casa, así estaba yo un poco más cómoda, porque aunque no pudiera dormir observando lo, por lo menos podía estar acostada a su lado, cosa que en el hospital no me permiten. Y como dijo Laura, en todo caso, si repetía se llamaba a la ambulancia, y el servicio del SAMU está muy cerquita de casa.
¡¡¡¡¡¡¡¡ Qué coraje que me da todo esto !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
encima lo que escribo se borra.
En resumen: Esta mañana vino Juan el pediatra de la UHDP, y según su criterio, se ha tratado de un episodio paroxístico. Es algo más traquilizador. pero sigue siendo ¿casualidad? que estas historias sucedan en otoño.
Buenas noches
Un besazo Lola.
ResponderEliminarRita.
Es monísimo :o)
ResponderEliminar¡Menudos sustos para ti, pero estás hecha toda una pediatra!
Y tienes que estar aliviada ahora que volvemos con el buen tiempo y la primavera.
Un beso para vosotros,
Palmira