martes, 20 de mayo de 2014

ERASE UNA VEZ ......

Una pregunta con la que me enfrento a menudo  es : ¿ qué le pasa a Jorge ?. La respuesta es siempre la misma: tiene parálisis cerebral. A lo que acto seguido, los más atrevidos,los más,  que son la mayoría, me repreguntan: ¿ por qué ?. Buena pregunta.
Personalmente no me molesta que me pregunten, y por lo general, no me molesta contestar. Creo, y quiero creerlo así, que se trata de una sana curiosidad que lo único que necesita es entender lo que pasó para poder comprender lo que ocurre. Me parece una petición coherente. 
Esto me volvió ha ocurrir hace dos o tres días, en una empresa donde fui a recoger tapones, por enésima vez surgió la pregunta: ¿ qué le pasa a Jorge?,
A Jorge le pasa que tiene una parálisis cerebral severa, Jorge vive con una severa parálisis cerebral y  con todo lo que ello implica. Y no padece una parálisis cerebral severa, sino que sufre las consecuencias de su severa parálisis cerebral. 
¿ cómo viviríais vosotros si estuvierais mancos, cojos, mudos,  con deficiencia visual importante, con problemas para respirar porque vuestra pulmones no son capaces de inspirar todo el aire que necesitan, con problemas para comer y  para beber porque vuestra garganta no puede tragar, he incluso con problemas para defecar porque vuestros intestinos están vagos ?
Pues así es su vida, su cuerpo  tiene de todo, ojos, nariz , boca, orejas y pies, como cantaba un muñeco que tenía Jorge, pero no le sirve porque no puede utilizarlo. NO puede hacer uso de sus manos, de sus piernas, de sus ojos, de su boca y demás porque su cerebro está roto, muy roto.
 Lo normal es que la explicación se acabe en este punto. Pero en ocasiones, mi interlocutor es más persistente y quiere dar un paso más.  No se conforma con esta primera explicación. Quiere saber cómo se produce esa parálisis cerebral severa que Jorge tiene en su cabeza. Y me repito, que no entro a cuestionar las razones últimas o íntimas que motivan la curiosidad de la persona en cuestión. Normalmente mi disponibilidad para relatar lo acontecido a mi hijo se basa en la sensación de honestidad de intenciones  que me produzca  la persona que pregunta. Si el test intuitivo es positivo continuo, si no me voy por la tangente o zanjo sin más protocolo la cuestión.
En esta ocasión, las preguntas de la señora me parecieron de una muy sincera honestidad, esa arrebatadora honestidad que sólo lucen a mi entender, los que no tiene absolutamente nada que perder, ni ocultar. Y he de confesar que mis sensaciones no se equivocaron lo más mínimo, como pude descubrir más tarde, en el trascurso de la conversación. Esta mujer no se andaba con tapujos, porque en su vida no los había, tenía sobrados motivos como para no tenerlos.
Y sin conocerla de nada le abrí mi corazón sin miramientos ni remilgos, sobraban todos. Y le conté con todo lujo de detalles lo que le sucedió a Jorge. 


Pero el lujo y los detalles los dejamos para otra ocasión ......

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